El delicado sonido se expandía por la habitación repercutiendo contra las paredes, resonando interminablemente, altos y bajos se combinaban. Alimentando la sombría soledad encarcelada dentro de esos cuatro muros.
Día tras día a la misma hora. Él se dirigía a paso apresurado por los largos e inacabables pasillos en dirección a ese extraño cuarto, el más apartado y lejano de aquella antigua casa.
Todos los días le arrancaba notas a aquel piano color caoba, embriagándose, extasiándose con la belleza sin igual de la dulce melodía nacida de las frágiles teclas.
Tocaba aquel elegante instrumento con vehemencia rayando incluso en la locura. Sin embargo se mantenía firme, sujeto al imperceptible umbral de la cordura, permaneciendo arraigado en sus cabales para su único testigo en toda la solitaria habitación.
Un espejo, un viejo y desgastado espejo de cuerpo entero. Sus marcos estaban exquisitamente tallados por las más hábiles y expertas manos obreras.
En el tembloroso cristal se reflejaba claramente; un rostro idéntico al suyo, sólo que este poseía facciones algo más finas y delicadas que las suyas.
Sonrió, él también lo hizo sólo para ella su tan querida y tierna hermana.
Apenas lograba recordar cuando ese despiadado espejo se la llevó, apartándola de su lado.
Arrastrándola a un lugar donde existía el mismo escenario, pero ninguno de los dos juntos se encontraba.
Nadie jamás notó su ausencia. Era de esperarse ambos acababan de llegar al orfanato, a la extraña edificación llena de grandes e incontables misterios. Después de la muerte de sus padres a raíz de un accidente automovilístico.
Nadie recalcó en su presencia, jamás alguien notó que en realidad eran dos y no uno, tal vez los confundieron por ser gemelos o simplemente por no prestar la debida atención al entorno.
Por eso tocaba el piano ahora, por siempre para ella.
Albergando la pequeña llama de esperanza de volver a encontrarla algún día, en algún lugar.
Por eso continuaba tocando aquel piano avivando la llama, rehusando extinguirse.
Contemplando el resplandor bermellón emitido por esta.
Alguna vez creyó oír su voz en una suave tonada, quizás sólo un recuerdo de un lugar lejano.
Aun así aseguraba que su hermana componía las más hermosas canciones para él.
¿Serían capaces de mantenerse así por siempre?
Escuchando la desfalleciente melodía del otro.
Soñando con ver el espejo romperse.